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Damien Valentine

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Damien Valentine

Mensaje por Damien Valentine Mar Oct 13, 2015 11:48 am


DAMIEN VALENTINE

#12
#SLYTHERIN
#2º
#MESTIZO
#AARON TVEIT

DESCRIPCIÓN FÍSICA


Siempre le han dicho que parece una niña y, si intentase pasar por chica, lo conseguiría porque, desde sus doce años mestizos, tiene la delicadeza que le falta a muchas de las pequeñas de sangre limpia. Los hombros prietos, alto para su edad, delgado, cuerpo bien proporcionado, piel pálida. Los dedos se estiran, se encogen, los huesos parecen casi quebradizos para lo bien que aguantan los golpes. La espalda se le curva a veces, hacia delante, hacia atrás, muchas horas entre libros y muchas horas practicando y más horas soñando para mantener una postura recta.
Tiene cicatrices. Muchas, mal repartidas. Se concentran en los nudillos y en la espalda porque los pasa demasiado tiempo lanzando hechizos y rendirse le da asco. Las líneas le cruzan las piernas y se le enredan y le da miedo forzar los huesos y quebrárselos. Damien siempre ha sido propenso a hacerse sangre y a las heridas, más desde que decidió ser el mejor de los magos —el más justo, el salvador— y más desde que pensó que había que cambiar el mundo mágico.
Los uniformes le quedan grandes y las túnicas le cuelgan y la boca se le llena con palabras que los dientes no son capaces de morder —lo que llega es grande, compañeros, pues llegamos nosotros— mientras que, cuando decide ir al pueblo y olvidarse de los sueños que aguardan en la base de las uñas, suele vestirse con sudaderas y pantalones sin demasiada preocupación.
El rostro de Damien es demasiado aniñado para pertenecer a alguien que pretende romper la tierra y que lleva hechizos en los párpados. Es imberbe, obviamente, y suele parecer mucho menor de lo que es. Tiene las orejas en punta, la nariz con el tabique torcido por los hechizos que no son suyos y que no son de nadie, las facciones alargadas, el mentón alto, el cuello esbelto, las ojeras deslizándose como más marcas que no se van. Sus ojos son claros y a la vez oscuros porque pueden parecer tanto verdes como azules como negros. Los rizos son rubios, le llegan hasta el final del cuello, se desordenan.
Pero, sobre todo, el rostro serio y la mirada severa.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA


Damien es terrible.
Por un lado, es capaz de la mayor gentileza porque no tiene palabras bruscas y repentinas para quien no se las merece. Sus modales son amables, sus palabras son tranquilas y sabe los códigos que utilizar, sabe cuándo utilizarlos. Puede enfrentarse a cualquier profesor sin alzar la voz, enarcando cejas y torciendo los labios. Es respetuoso. No es simpático, es cierto, le cuesta abrirse al mundo, pero cuenta con un gran sentido de la cooperación. Y, aunque desearía una mayor educación y poseer las horas suficientes para que el mundo se detuviera a sus pies, ha tenido libros en las manos y los ha protegido y la biblioteca se convierte en santuario y fortaleza cuando la nieve llega para quedarse.
Por otro lado, siente una furia fría y rápida como la escarcha o las ventiscas invernales. Su rabia es demoledora como un torbellino, su ceño fruncido avecina tormentas, sus palabras irónicas y sarcásticas —medidas y a matar— comienzan guerras. Es serio. No vacila, no recula, no duda. Es demasiado determinado, es demasiado responsable y la impotencia de que no todos sean como él, de que no todos vean lo que él ve, se le clava en la espalda. Sus enfados pueden arrasar la tierra y por eso no tiembla al sacudir la varita, no tiembla al hechizar. Y prefiere hacerlo él. Si se condena alguien, me condeno yo, no me importa, me los llevo, no me importa.
Pero, sobre todo, Damien está comprometido con el mundo mágico. Ha visto los rostros de los elfos dométiscos y la situación de las criaturas mágicas y las diferencias entre sangre —que, al final, ni siquiera eran iguales al morir y manchar la tierra— y quiere libertad, quiere igualdad. Quiere luchar por ellos y por eso aprende a empuñar varitas y lee hasta dejarse los ojos. Se le pudren los órganos escuchando sobre las guerras de nadie y después se pasea por las cocinas, defiende a los hijos de muggle, se enfrenta a todo aquel que lleve la burla por bandera. Podría encabezar una revolución, podría rebelarse, lo hará. Si grita, lo hará por ellos, mientras se gana el dinero en los tribunales, en el Ministerio. Es idealista, es rebelde y tiene una esperanza punzante en el mundo del mañana. También es valiente. También es ambicioso (va a dejar su nombre en la historia, lo sabe y lo asume). Si no soy yo, si no los libero yo, llegará alguien más. Siente un frío desdén por todos los que no comparten su visión del mundo.
Es brillante. Demasiado para su propio bien. La tranquilidad corre por sus venas y su rostro podría permanecer de mármol mientras los poderosos caen y él se mantiene ante ellos con la varita en las manos. Líder nato, orador comprometido, mueve a las masas y las asusta y las hace sentir en casa.
Es introvertido e intuitivo. Es astuto, prefiere observar, pensar y juzgar. Busca la perfección del mundo en el que vive. Es objetivo, un juez que partiría niños en dos, independiente, realista y pragmático al tiempo que soñador. Se adapta rápido y comprende su alrededor con gran rapidez y elabora explicaciones. Algo arrogante, a veces, con un aura de confianza en sí mismo. Parece no tener piedad, compasión o corazón, pero los sentimientos corren por sus venas y le ahogan los pulmones.
(Terribilità).

HISTORIA


Su casa era gris —gris pálido y gris hueso y gris sangre.
Su madre era bruja y su padre era un muggle que había logrado aceptar los poderes sobrenaturales de su esposa. Sin embargo, nunca logró adaptarse del todo al mundo mágico al que ella intentó arrastrarle. Al final, la madre lo vio tan confuso y tan salido de su entorno que optó por despedirse ella misma de lo que era y adentrarse en el paraíso muggle, en el que no había hechizos y no había conjuros y no había nada pero existía un hogar y, a veces, aquello era suficiente. (A veces no).
Damien nació en una casa en la que se practicaban conjuros tras las puertas y las sonrisas encantadas aparecían en los labios cuando se abrían. Él siempre se vio maravillado ante los poderes que su madre presentaba, los que fascinaban a su marido al tiempo que lo agotaban. Creció ajeno al mundo mágico, ajeno al Ministerio de Magia y a todo lo que arrastraba, a las guerras, en una escuela muggle en la que aprendió lo más obvio y lo más necesario. Pero, en el fondo, deseó no ser como su padre, poder hacer magia con las manos y poseer una varita igual que la que su madre blandía. Dos cosas captaron su atención desde que era un crío aventajado y con los ojos demasiado abiertos en un mundo tan oscuro.
Por un lado, las pociones. Se dijo que, si no poseía poderes, se haría químico. Su madre era especialista en esa rama y su único contacto con el mundo mágico se basaba en enviar pociones al Callejón Diagon. Damien se sentaba en una silla y aprendía las instrucciones de memoria, recitaba las propiedades de los instrumentos mientras se le caían los dientes, observaba el color que adoptaba cada una en su caldero y devoraba el aroma que amenazaba con ahogarle los pulmones. Su madre preparó todas las pociones que se encontraban en su haber y Damien las memorizó: crece-huesos, doxycida, felix felicis, multijugos, oculus, pimentónica, veritaserum, volubilis, amortentia (que le devolvió un penetrante olor a vodka, azufre y madera vieja).
Por otro lado, creció aprendiendo las guerras y las desigualdades y la mugre que aparecía en las fotografías del periódico, lo que le llevó a pensar que también querría ser político, que también desearía cambiar el mundo, que lo haría y dejaría su nombre clavado en cada piedra, en cada calle de todas las ciudades. Y su madre le habló de los elfos domésticos, de los problemas con el estatus de sangre, de los desprecios y la situación de las criaturas mágicas, de los hombres lobo y de que la magia no solucionaba nada si todos portaban varitas. Damien juró que lo señalarían como culpable de los adoquines mal colocados. Se convirtió en un niño serio y aplicado, obsesionado con demasiadas cosas, que siempre marchaba con los brazos repletos de libros y los ojos en exceso idealistas, repletos de sangre y banderas —mismo color, mismo amanecer— y con un mundo nuevo asomado en su iris, un universo que vibraba entre los restos de la revolución y el anarquismo. Quería cambiar el mundo, suponer algo distinto, algo que lo catalputara a la cumbre de la historia y cambiase el ritmo de los obreros. Damien creció con miedo de que su sed de revolución fuese egoísmo y no altruísmo, que se estuviera condenado al infierno al sacar a los otros de allí.
Leyó tantos libros que se olvidó de demasiados títulos, de ideas.
Entonces, con once años, le llegó la carta de Hogwarts, que le llenó los pulmones de fuego porque era una mago y tenía poderes y tendría varitas y pociones y podría hacer que el mundo girase hacia el otro día, podría, podría. Se hizo con sus instrumentos y se marchó a Hogwarts, donde fue seleccionado para Slytherin. Pasó un primer año rodeado de sus compañeros, entre las cocinas y las mazmorras, sacando notas brillantes y apoyándose en manos gentiles y en palmas ásperas, con unos profesores que veían su inteligencia y su don para las pociones, para memorizar y para pensar, que acudían con preocupación a los discursos que soltaba en el Gran Comedor hablando con todos y hablando con nadie, gritando que el mundo se les caía a pedazos; que podían crearlo, de nuevo.
(La terribilità que no se atrevió a marcharse).

GUSTOS

Leer. Hablar (transmitir lo que cree y lo que sueña). Aprender. Mirar a su alrededor y ver más allá, comprender que no se equivoca del todo. Tender una mano. Ver cómo la reciben. La oratoria, practicar la empatía y sentirse humano, que no está siendo egoísta del todo al desear lo que desea y tratar de alcanzar lo que pretende.
La magia. (Ah, la magia). Las pociones. Hogwarts como un hogar que también hay que arreglar, pero un hogar, a fin de cuentas. La historia de la magia, los golpes de varita, las chispas sin explicación física. Y, por su lado muggle, la química y la política.
Jugar al quidditch, también. Como cazador.
Y tirar bolas de nieve al pelo de sus amigos en los días en los que Hogwarts amanece blanco, porque Damien es un niño y todavía tiene la sonrisa amplia.
DISGUSTOS

Todo lo relacionado con la desigualdad y lo que se ve en Hogwarts (el estatus de Hogwarts, el desprecio a los extranjeros, la poca comunicación entre diferentes escuelas). Comprender a base de escucharse a sí mismo que en el fondo es un tirano ambicioso que todavía no levanta un pie del suelo; que, quizá, todavía no se ha dado cuenta, pero irá a más, siempre va a más. El uso de la magia para fines que la desaprovechen, también. La irresponsabilidad de su alrededor. Es un adulto, ya.
El Bosque Prohibido. Los bichos del Bosque, más bien. Apenas consigue acercarse al gato de su mejor amigo sin fruncir el ceño, estornudar o ser atacado. En realidad solo tolera a los perros y en Hogwarts no están admitidos, así que huye de la asignatura de Cuidado de Criaturas Mágicas porque no ha nacido para ello, simplemente.
Lo paranormal. Damien es supersticioso a morir. Las cosas que se salen de lo que puede controlar (y no puede controlar nada) le dan algo de miedo. Aun así es mago y estudia esos procesos, viva.
El invierno. Damien se resfría con mucha facilidad y en cuanto noviembre entra en el año aparece con varias capas de ropa y un par de bufandas y varios pañuelos en torno al rostro, hecho una bolita. En realidad es muy cuqui con la nariz roja pero si le dices eso te dejará de hablar, porque estar enfermo le incapacita y odia no poder moverse de su habitación.
OTROS


VARITA: Álamo (blanca, blanca, nívea). Pluma de fénix. Treinta centímetros. Sorprendentemente flexible.

DEMENTOR: Despertarse en medio de la noche con un ataque de ansiedad y demasiada cafeína en las venas y una Sala Común muy oscura pensando que Ro estaba muerto y él tenía las manos llenas de sangre (encontrar, también, refugio donde no lo había, tragarse las lágrimas para que no lo vieran temblar).

BOGGART Y RIDDIKULUS: Sangre. Simplemente un río de sangre que trata de ahogarlo, mientras Damien no puede huir porque unos grilletes se enredan en sus muñecas y le rompen la libertad y las alas. Con el contrahechizo, el río de sangre se vuelve mermelada y los grilletes se desintegran.

VERITASERUM: No es tan seguro como quiere aparentar (no sabe exactamente por qué va a luchar o si todo es egoísmo o si de verdad quiere solucionar el mundo tal y como lo conoce). Tiene un problema con el café que se hace mayor y mayor porque a veces le da miedo dormir y soñar con pesadillas de un mundo comiéndoselo así que se queda despierto, piensa y todo es a peor. Probablemente la persona que más le preocupe en el mundo sea Roel, su mejor amigo (por encima de la familia y de los demás; probablemente, aunque Damien quiera aparentar tranquilidad en todo momento, llegue a las manos si es por él).

OESED: No vería un mundo mejor. No vería sus ambiciones cumplidas. No vería las banderas en el cielo. Se vería rodeado de sus amigos, riéndose y con las manos limpias.

AMORTENTIA: Vodka, azufre, madera vieja (el polvo de los libros).
PROPIEDADES

No cuenta con animales personales porque es bastante malo ocupándose de ellos —es bastante malo ocupándose de él mismo, también— pero sí con la lechuza familiar, Jean-Jacques, que le trae las cartas de casa y se queda unos días en Hogwarts, durante los cuales Damien se obliga a darle de comer y visitarla durante al menos una hora. Entre el resto de pertenencias, nada especial. Desde las navidades del primer año se lleva una bandera roja porque él mismo es una cosa roja y la hace colgar del dormitorio. Se ha ganado miradas de reproche de sus compis (Dam, eso es rojo Gryffindor; NO, ES ROJO LIBERTAD).

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Re: Damien Valentine

Mensaje por Timotheo Simmons Miér Oct 14, 2015 2:37 am

¡Dentro con Dam!
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