Hadey R. Sharpe-Agnew

DESCRIPCIÓN FÍSICA

Hadey impone un poco, con sus ojos eléctricos y su forma de andar, como si dijera “No importa lo malo que creas que eres, yo soy peor”, o "Si me miras dos veces, te saco los ojos". Pero, si te fijas en algo más allá de eso, hay detalles que le quitan hierro a su aspecto. Como sus manos, que son muy pequeñas. Muy pequeñas y muy blancas. Y también muy azules, porque se le ven todas las venas, con las uñas cortas.
Es una chica alta, mucho, pero de constitución delgada y hombros estrechos, como si hubiera nacido para ser bajita pero la hubieran estirado como a un chicle.
Detrás de sus pupilas siempre hay luz, alegría, aunque sus ojos estén maquillados de negro, como su cabello, claro, largo y enmarañado, que se dedica a desenredar con los dedos cuando piensa intensamente.
En vez de estudiar, le gusta plantarse delante de un espejo y jugar a hacer combinaciones de pendientes, porque tiene, realmente, todos los agujeros en las orejas que se pueden tener. También lleva piercings en otras partes del cuerpo, pero esos ya son más personales y casi nadie los ha visto.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

A pesar de todo, a pesar de su aspecto y de su manera de andar, Hadey es todo corazón. Vale que es impulsiva, que es orgullosa, que es terca y mandona, pero, en el fondo, no se puede tener queja de ella. Es amable y sincera, energética y extrovertida. En los estudios tiene una actitud relajada, como sí, realmente, la cosa no fuera con ella. Aunque sí va. Y ella lo sabe. Pero, simplemente, es demasiado vaga como para dejar de perder el tiempo y aprovecharlo por una vez en su vida. Es presumida y detallista, también, como se puede ver en el cuidado exhaustivo que tiene de que su pelo esté convenientemente revuelto, sus ojos bien pintados o sus pendientes, a juego.
Cuando entras a conocerla, te das cuenta de que siempre vas a poder contar con ella. Para lo que sea. Cuando sea. Y eso se ve a menudo, por ejemplo, cuando algún niño de primero le pide ayuda sobre alguna tarea que no sabe hacer (tampoco es que ella tenga mucha idea, pero le pone ganas), una adolescente le pide consejo sobre el chico que le gusta o cubre a sus compañeros cuando hacen novillos. Le gusta ayudar, en definitiva, y bastante más simpática de lo que parece.

HISTORIA

Hadey nació en la familia que todas sus amigas querían tener. Sus padres son de los que ven bien las fiestas hasta altas horas de la noche, la rebeldía y, en general, todo lo que a los otros padres les parece una locura. Así que la niña se crió en el caos más absoluto, lo que la llevó, irremediablemente, a buscar un poco de paz de vez en cuando. Y ahí es donde llega la carta de Hogwarts. La lechuza rompió una ventana y los padres de Hadey estaban de resaca, así que lo último que se supo del pobre animal fue un golpe muy fuerte y un graznido como grito agónico. Estuvieron a punto de tirar la carta sin leerla siquiera, pero gracias a los dioses que lo hicieron, porque ese uno de septiembre, Hadey encontró la paz que buscaba en el colegio. Allí también había fiestas, desde luego, incluso algunas clandestinas (las más divertidas), pero nada como lo de su casa. Así que desde los once años, su vida está equilibrada: veranos de descontrol e inviernos algo más encauzados.
En el colegio, es como si todo el mundo conociera a Hadey. Como si hubiera estado allí desde siempre, como un fantasma o un cuadro más, viendo llegar e irse a tanta gente… Al principio, intentó hacerse la dura, pero, en segundo, se dio cuenta de que no era necesario. Que destacaba siendo ella misma. Y es que no hay recoveco en toda la escuela que ella no conozca, ni secreto que no haya desvelado (al fin y al cabo, como no estudia, tiene mucho tiempo libre)